La migración laboral de las mujeres indígenas chiapanecas a la Riviera Maya


Maricela Reyes Díaz

octubre 26, 2022

Con motivo del día mundial del turismo, celebrado el 27 de septiembre, La Organización Mundial del Turismo (OMT) hizo una invitación a “repensar el turismo”. El lema alude a la reflexión posterior a los estragos económicos que la pandemia ocasionó en la industria turística a nivel global. Siguiendo esta idea, tanto investigadores en materia de turismo como representantes del sector privado y del sector público se han convocado en numerosos foros para repensar estrategias de atracción a los turistas, reactivar los destinos turísticos y adaptarse a las nuevas tendencias del turismo internacional.

Sin embargo, repensar el turismo me conduce a mirar el panorama completo, pues la pandemia dejó al descubierto el iceberg en su totalidad. Repensar el turismo me hace pensar en las miles de personas que trabajaban en las empresas turísticas y que fueron despedidas sin ningún tipo de prestación laboral. Durante los últimos dos años (2020-2022), realicé una investigación en Playa del Carmen, el corazón de la Riviera Maya y uno de los destinos turísticos de sol y playa más importantes a nivel nacional e internacional. Aunque el objetivo de la investigación no era abordar el tema de la pandemia, acercarme al campo durante los tiempos del covid me mostró la crudeza de este nicho laboral.

Es importante mencionar que la Riviera Maya debe su creación al éxito comercial de Cancún, el primer CIP (Centro Integralmente Planeado) construido desde la política turística de la década de los setenta. Los CIPs son ciudades turísticas que fueron diseñadas para incentivar el desarrollo económico de la región; desde entonces, el caribe mexicano se ha convertido en un polo de desarrollo turístico que desde sus inicios ha generado una alta oferta de trabajo.

Históricamente la región ha requerido de abundante mano de obra que, al no ser cubierta con población local, se ha abastecido con trabajadores migrantes. La zona turística de la Riviera Maya se conforma como una región privilegiada de desarrollo económico que, ante las oportunidades laborales, se convierte en un factor de atracción para las poblaciones pobres y marginadas de los estados del sur del país, un factor de expulsión que motiva los desplazamientos migratorios.

En este contexto, uno de los circuitos migratorios más comunes entre los trabajadores que se ocupan en la industria turística de Playa del Carmen es el que procede de Chiapas. Los antecedentes de dicha ruta migratoria datan de la década de los setenta cuando los hombres indígenas de Chiapas comenzaron a desplazarse a Cancún para integrarse a la industria de la construcción, un nicho de trabajo que ante la expansión de la zona turística continúa vigente en la actualidad. Empero, si bien la migración masculina e indígena sentó las bases de este circuito migratorio, la participación de las mujeres indígenas es cada vez más frecuente y posee sus propias particularidades, pues protagonizan procesos sociales en los cuales presentan nuevos roles, motivaciones y aspiraciones personales diferentes a los de sus paisanos hombres.

Las mujeres indígenas chiapanecas, principalmente las de origen tsotsi, han sido asociadas a nichos laborales informales como vendedoras de artesanías; sin embargo, y aunque no es una realidad ajena en el lugar de destino, a través de sus redes de apoyo familiar, asentadas en Playa del Carmen, la inserción laboral a la industria turística representa otra opción de trabajo a la que pueden acceder y es la puerta de entrada al trabajo formal, pues muchas de ellas se habían desempeñado laboralmente en el servicio doméstico, por ejemplo.

A pesar de constituirse como un trabajo formal, la industria turística otorga condiciones laborales altamente flexibles y precarizadas que se hacen presentes a través de la inestabilidad laboral, los salarios mínimos compensados con propinas, la subcontratación y las mínimas o incluso nulas prestaciones laborales. La estacionalidad en la contratación por temporada alta o baja representa lo que Todaro1 llama fuerza de trabajo “parachoques” para referirse a los trabajadores de quienes se puede prescindir o disponer rápidamente, en función de la demanda turística.

En suma, al interior de las empresas del sector turístico se genera una clasificación con puestos de trabajo primarios y secundarios, siendo estos últimos a los que pueden acceder las migrantes indígenas por su falta de cualificación y experiencia laboral. Además, tal como sostiene Oehmichen,2 la industria turística produce una etnización de los puestos de trabajo en donde las habilidades culturales y lingüísticas del trabajador llegan a ser tan importantes como el fenotipo y la pertenencia étnico-nacional y donde los puestos precarios y peor pagados son ocupados por mujeres.

Desde una mirada interseccional por género, etnia y clase —entre otras categorías de diferenciación como la edad, el estado civil, la condición de madres, etc.—, la inserción laboral de las mujeres indígenas chiapanecas pone en relieve las múltiples situaciones de desigualdad y discriminación que experimentan en sus lugares de trabajo. Los procesos de contratación laboral se ven condicionados por su bajo nivel educativo y su falta de experiencia laboral, por lo cual asumen los puestos de más baja cualificación y jerarquía en la estructura organizacional, ocupando principalmente posiciones feminizadas asociadas a la limpieza y a la cocina.

Es importante recalcar que en muchos casos este tipo de trabajos representan una de sus pocas opciones laborales, pero les garantiza la subsistencia mínima familiar, pues se halló que a partir del desplazamiento migratorio, las mujeres entrevistadas han asumido el papel de proveedoras principales del hogar, así como nuevos roles comunitarios que difícilmente podrían desempeñar si no hubiesen salido de sus comunidades de origen. Así, el testimonio de Ceci, una mujer tsotsil, nos permite comprender las complejidades de la migración:

Tienes que salir a buscarte la vida, es difícil y duro, es riesgoso, las experiencias que ves, a una chica de acá la mataron y eso es lo que vienes sufriendo de que sales de tu pueblo sin conocer […] te toca vivir cosas feas, ella también era chiapaneca y murió a causa de lo que no nos da el pueblo, arriesgamos mucho por ganar unos pesos de más […] por ayudar a los papás, eso es a lo que nos arriesgamos nosotras, esa es la vida de nosotros pero qué le podemos hacer, no nos quedemos con las ganas de salir…

Así que repensar el turismo significa ampliar nuestra mirada a otros actores y procesos sociales que se entrecruzan en los destinos turísticos; es una invitación a poner sobre la mesa las problemáticas del sector que emplea a miles de trabajadores, hombres y mujeres migrantes, que carecen de condiciones laborales justas, y que ante situaciones imprevistas como una pandemia o un desastre natural son despedidos injustificadamente. y orillados a regresar a sus lugares de origen, situándolos en condiciones de vulnerabilidad tanto a ellos como a sus familias.

Maricela Reyes Díaz

 Maestra en Estudios Culturales por El Colegio de la Frontera Norte

1 Todaro, R. “Flexibilidades, rigideces y precarización: trabajo remunerado y trabajo reproductivo y de cuidado”, en Trabajo global y desigualdades en el mercado laboral, Dídimo Castillo Fernández Norma Baca Tavira Rosalba Todaro Cavallero (Coords.), Universidad Autónoma del Estado de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2016.

2 Oehmichen, C. Movilidad e inmovilidad en un mundo desigual: turistas, migrantes y trabajadores en la relación global-local, Universidad Nacional Autónoma de México, 2018.

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