Comentarios de la periodista feminista Sara Lovera López, al artículo Violencia política contra las mujeres en los sindicatos: un desafío para la democracia sindical.

La tarea de los sindicatos es generar todas las condiciones que prevengan, castiguen y erradiquen la violencia contra las mujeres para a que exista democracia sindical, igualdad sustantiva, de trato y oportunidades en su interior.

20 de octubre 2022

Sara Lovera López*

Dedico estos comentarios: A las mujeres sindicalistas que con sus profundos y extenuantes esfuerzos luchan por construir una nueva representación de las mujeres trabajadoras y con ello una nueva identidad femenina

Claudia Domínguez afirma que las mujeres trabajadoras y sindicalistas tienen en México muchos desafíos. Y sentencia:  la modernidad ha dejado al nuevo realismo una gran deuda: la igualdad entre hombres y mujeres.

Y agrega optimista que, con las reformas a la Ley Federal de Trabajo del 1 de mayo del 2019, se gesta un nuevo sistema laboral que sienta las bases formales para conquistar la democracia sindical y con ello facilitar a las mujeres trabajadoras su acceso a sus derechos sindicales.

Tengo que empezar diciendo que este trabajo de Claudia, me ha provocado varios y encontrados sentimientos, no sólo por su recorrido ilustrado, sino porque sintéticamente nos muestra, sí, todas las bases normativas para enfrentar la violencia contra las mujeres en el mundo del trabajo sólo por ser mujeres, cómo esa violencia está en el vida  cotidiana, donde transcurre la vida de todas las mujeres; cómo la supremacía masculina, o el patriarcado o el machismo, como se le quiera definir, es responsable de que se mantenga ese mundo hostil, esos ambientes laborales de acoso y precarización, donde las mujeres estamos subrepresentadas.

La tarea de los sindicatos es generar todas las condiciones que prevengan, castiguen y erradiquen la violencia contra las mujeres para a que exista democracia sindical, igualdad sustantiva, de trato y oportunidades en su interior.

Anota Claudia: solo ocho de cada 100 dirigentes sindicales son mujeres, lo que significa que únicamente 8.67 por ciento del total de organizaciones gremiales cuenta con la participación de mujeres trabajadoras en la dirección sindical. Las mujeres tienen presencia en 275 secretarías generales de sindicatos, en 39 federaciones y en una confederación. 

Gracias Claudia por proponernos esta herramienta fundamental, didáctica y explicativa para los tiempos por venir, teñidos de miedo, no sólo por violencia contra las mujeres, la discriminación y la negativa sistemática a valorarnos como seres humanos, sino también por cómo las mujeres abonan a la democracia sindical para enfrentar la amenaza sistemática del desempleo, los salarios que no alcanzan para las trabajadoras y sus familias.

Vivimos un momento lleno de contradicciones para las mujeres del porvenir.  Por eso, nos propone que es necesario democratizar la vida sindical de modo que las trabajadoras y los trabajadores estén representados en paridad como un medio para lograr la igualdad sustantiva en el mundo del trabajo.

Y Claudia dice que la lucha y el activismo sindical de las mujeres trabajadoras sigue siendo la mejor opción para enfrentar el desafío de erradicar la violencia política sindical, cómo recordando el comienzo de un largo camino de las mujeres que se atrevieron a reclamar a sus dirigencias su legítimo derecho a dirigir sus sindicatos y que se adoptara su agenda específica, en una época –creo que no ha desaparecido- que llamamos del charrismo sindical,  misógino, prepotente, autoritario, antidemocrático, abusador….etc.

Decir esta tarde al público, que el relato puntual de la doctora Claudia Domínguez Hernández, es una pequeña enciclopedia ilustrada de los derechos de las mujeres sindicalistas quienes hace más de tres décadas construyeron las bases, desde el feminismo, del legítimo derecho a participar en la política sindical y sus órganos de dirección. Ese como dice Claudia, el camino a la democracia paritaria sindical.

También decir que hemos sido las mujeres organizadas, desde una perspectiva feminista, quienes directamente hemos construido con tenacidad y perseverancia, sabiduría y unidad todos y cada uno de los avances normativos que están plasmados en el andamiaje jurídico nacional y las directivas internacionales. 

Todas ellas con puntualidad, nos muestra ordenadamente la autora de este texto magnífico.

Hoy tenemos un inmenso conocimiento para interpelar al Estado, a las y los dirigentes, a las y los funcionarios del trabajo. Ello   está en el texto de apenas 30 páginas, de la doctora Claudia, insurrecta y bien conocida por transgresora. De modo que ya no hay pretextos para mantener la exclusión de las mujeres en la dirección de los sindicatos.

Están ahí, en el texto, presentadas, las distintas formas de discriminación y violencias contra las mujeres, el intríngulis de cómo se impide su participación y se nulifica, en la práctica la riqueza de sus experiencias. 

A ello Claudia lo llama, Violencia Política contra las Mujeres por Razones de Género, lo sostiene en sus lecturas – la bibliografía es un congreso-  y nos presenta un mesurado   análisis.

Tengo que decir que esos avances normativos,  sin nosotras, pueden convertirse en papel mojado.

 Por ello la autora pone retos a las secretarias generales, a las dirigencias patriarcales, a las autoridades. Lo hace con recato, pero reclama, interpela, y nos hace mover nuestras conciencias. 

Leo ahora   las palabras que recogió la autora directamente de las trabajadoras:

Sara Lovera López , periodista feminista

Testimonio caso Mujer trabajadora sindicalizada: La violencia política de género es parte del sistema patriarcal con implicaciones directas con el poder; y de que el ámbito laboral siga siendo considerado un espacio masculino, por lo que para poder avanzar a cambios reales y su erradicación se requiere un proceso de deconstrucción y construcción de nuevos paradigmas;  para ello considero se puede impulsar una campaña permanente de sensibilización en la  organización sindical, cursos y talleres de deconstrucción y construcción de nuevos pactos de relación, promover una cultura organizacional de igualdad sustantiva de género y procesos en toda la organización con perspectiva de género;  asimismo, para abonar a la conciencia y necesidad de cambios de raíz se debe contar con una normativa estatutaria que la caracterice, la prohíba claramente y la sancione en justa medida. El momento que vivimos de visibilizarían de la violencia hace que, si bien se contenga en alguna medida, también provoca el surgimiento de formas más sutiles, pero que siguen afectando el desarrollo de las mujeres.

Otro testimonio mujer trabajadora sindicalista D “Los hombres son los principales agresores por la posición de poder, porque los respaldan otros hombres, no rompen el pacto, aunque sepan que están mal lo que hacen sus congéneres…

Estas palabras  son claramente, por su carácter comprensivo de lo que significa la condición de mujer y sindicalista, es  resultado de una larga travesía de las mujeres trabajadoras, hoy reunidas en la Red Nacional de Mujeres Sindicalistas, quienes en los años 80 iniciaron una pelea, primero, para  crear grupos autónomos, de mujeres, para incidir y discutir desde el feminismo; desde entonces empezaron a cuestionar al charrismo, a su machismo; identificaron  las formas brutales de la violencia contra las mujeres.

Estas trabajadoras contemporáneas, sindicalistas, las que hablaron a Claudia, por lo visto ya saben de qué viene la violencia contra las mujeres.

También saben que quieren y cómo lo quieren.

En 1979 discutíamos la crisis de representación en las organizaciones sindicales, empezamos a tejer la redefinición de los sindicatos, estábamos experimentando las imposiciones neoliberales, lo que se llamó la restructuración productiva. 

Se enfrentaba entonces una de las peores adversidades para los sindicatos; desde el sistema se apostaba a su desaparición.  Escenificamos el surgimiento de nuevas formas de organización y de lucha – en la sociedad civil- y también la recomposición de las relaciones familiares, había crisis por todas partes. 

Ese larguísimo trago amargo, nos exigió actuar y a organizarnos. 

Por las mujeres trabajadoras feministas nos determinamos a enfrentar el desafío. 

Dice Claudia que ahora tenemos nuevos desafíos, para materializar el andamiaje jurídico y de derechos, como la Nom 025 para que las empresas y los sindicatos transversalicen otra visión del papel y la contribución de las mujeres;  como hacer efectivas las normas inscritas en la Ley Federal del Trabajo y la aplicación del Convenio 190 de la OIT, que ya ratificó el gobierno federal hace unos meses, para eliminar los ambientes hostiles en los centros de trabajo y las responsabilidades de las dirigencias sindicales.

Claudia nos propone ahora, discutir una nueva agenda de lucha, basada en esos instrumentos normativos que describe, desde la CEDAW -1979-hasta las recomendaciones de la OIT, y yo agregaría el convenio 190, es decir asuntos urgentes.

Nos hace a todas reflexionar con una provocación.

Sólo agrego. Tal vez hubiera sido necesario, en el preámbulo del trabajo, o en su explicación metodológica o en el capítulo de antecedentes, reconocer abiertamente cómo desde hace 30 años, un puñado de sindicalistas – muchas aquí las veo-  inició una lucha política orientada a conquistar de la democracia sindical;  esas mujeres que contribuyeron a la denuncia del neo corporativismo patriarcal ; como muchas de ellas expusieron su integridad personal, su libertad y su seguridad  para hacer saber a muchas otras sus derechos,  fueron ellas quienes les  abrieron los ojos a muchas trabajadoras, a muchas obreras, a muchas universitarias, a conocer y reconocer el significado de  la  violencia contra las mujeres. Las pusieron de cara al valor de la lucha y el activismo sindical de las mujeres trabajadoras, como lo que dice el texto sigue siendo la mejor opción para enfrentar el desafío de erradicar la violencia política sindical contra las mujeres por razones de género, como un problema estructural cuya persistencia es en primer lugar responsabilidad del Estado. Y la tarea de los sindicatos es generar todas las condiciones que prevengan, castiguen y erradiquen la violencia contra las mujeres para a que exista democracia sindical, igualdad sustantiva, de trato y oportunidades en su interior.

Toca hoy derribar la impunidad y la injusticia.

Muchas Gracias

Descarga aquí  Violencia política contra las mujeres en los sindicatos. Un desafío para la democracia sindical.

Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *